Publicado el 3 comentarios

Primer paso para liquidar viejos pendientes

Primer paso para liquidar viejos pendientes

Todos tenemos tareas pendientes (algunas muy antiguas) que nos acechan y molestan como mosquitos.

Se aparecen en momentos inesperados. A veces salís al balcón, ves una planta marchita y pensás: “Uh, hace tiempo que tengo que transplantarla y no lo hice”. Otras veces, te agarra tirada en el sillón viendo una película y súbitamente te decís: “Otra tarde que pasó y todavía no barnicé esa mesa”.

Las tareas mosquito son las que nunca bajamos a tierra, las que nunca anotamos. Y es por eso que se aparecen por nuestra mente en cualquier momento, generándonos culpa, malestar, decepción.

Sin duda, eso genera un círculo vicioso.

Mirá lo que dice al respecto José Miguel Bolivar en su libro “Productividad Personal”:

“La mente está hecha para pensar más que para recordar. Generas más valor cuando la usas para crear que cuando la usas para almacenar. Cuando usas tu mente como almacén, ahogas su creatividad. Para ser creativa, la mente necesita ser libre, es decir, ser una mente vacía. Para vaciar la mente, necesitas construir y mantener lo que David Allen llama una «mente extendida», que es un sistema externo, actualizado y, sobre todo, fiable, en el que volcar todas las cosas que van apareciendo en tu «radar», evitando así que roben tu atención y tu creatividad”.

¿Cuándo fue la última vez que te sentaste a exteriorizar todas tus ideas o tareas pendientes?

Te digo algo, la única forma de NO sentirte mal por lo que no estás haciendo es: saber precisamente QUÉ ES lo que NO estás haciendo.

Por eso te propongo, como primer paso y para salir del círculo vicioso, este sencillo ejercicio:
– Tomate 15 minutos.
– Preparete un café.
– Sentate con una hoja y una birome y escribí TODO lo que tengas en mente. Así nomás, no lo organices, escribí sin pensar.

David Allen dice: “Tiene que recopilar y reunir los recordatorios y representaciones de todas las cosas que considere incompletas en su mundo, es decir, cualquier cosa personal o profesional, grande o pequeña, urgente o de menor importancia, que crea que debería ser diferente a como es y que usted se sienta en la obligación interna de cambiar”

Ya tenés una pista de por dónde empezar!

Cuando tengas tu lista, vas a sentir un gran alivio de haber vaciado un poco tu cabeza y vas a ver con mucha más claridad tu panorama. 

Dejala en algún lugar accesible para seguir anotando las tareas que se te crucen. No la pierdas, porque todavía tenés que clasificar todo lo que escribiste!

En un próximo artículo te vamos a contar algunas formas de clasificación de tareas.

Pero, mientras tanto… ¿por cuál vas a empezar?

Publicado el

¿Por qué organizarse?

¿Por qué organizarse?

Esta no es una pregunta fácil y probablemente haya muchas respuestas diferentes.

Están las personas que quieren organizarse para:

• Hacer muchas más cosas.
• Lograr hacer tareas en menos tiempo.
• Tener más control sobre sus días.

Te voy a decir la verdad: a nosotrxs no nos interesa nada de todo eso.

Bueno, algo de eso puede ser un efecto colateral de organizarse, pero de ninguna forma nuestro objetivo va por el lado de la productividad o el control.

De hecho, nos gusta bastante poco la productividad. Desde todos lados nos dicen que tenemos que hacer más, que tenemos que ser nuestro propio jefe, que tenemos que aprovechar el tiempo, tener un montón de títulos, de emprendimientos, etc.

Entonces, ¿para qué organizarse?

El principal objetivo es: ganar tranquilidad y vivir más relajadxs. Si logramos eso, creeme, el foco y la “productividad” se van a dar solas.

El estrés es un problema específico de esta época de sobreestimulaciones y múltiples demandas (hasta no contestar un whatsapp puede suponer un problema).

Veamos la diferencia generacional: nuestros abuelos vivían en un mundo más lento. Había una hora determinada para hacer llamadas telefónicas, había revistas en el baño, la televisión estaba fija en un ambiente de la casa (si es que había).

También se aburrían, miraban el techo: tenían tiempo para pensar. No es sorprendente, si querías hablar con alguien tenías que conformarte con las personas que tenías cerca.

Hoy no hay mucho espacio para aburrirse, ni para pensar. ¿Nos aburrimos menos? Puede ser.

Pero también estamos todo el día en permanente estado de alerta entre ringtones y notificaciones. Al final del día, es probable que no hayas estado ni 10 minutos en soledad, en silencio, pensando.

Conclusión: estamos mucho más tiempo comunicándonos con los demás y casi nada de tiempo comunicándonos con nosotrxs mismxs.

De eso se trata organizarse, de frenar y dedicarte un momento a solas con vos. Para pensar tus cosas, tu vida, tus problemas.

Organizarse no significa tener una rutina inamovible.
Organizarse se trata de bajar tus ideas a tierra. En todo caso, se trata simplemente de organizar tu mente y tus ideas.

Se trata de un cambio de hábito: en lugar de acumular tareas y preocupaciones en tu mente (que se te aparecen súbitamente a lo largo del día, como un escalofrío), empezar a anotarlas y sacarlas de tu cabeza.

Ese es el primer paso de toda organización.

¿Sabés cuál es la mejor parte?
Que para hacerlo solamente hace falta un lápiz y un papel.

La regla de oro de la organización es:
• Tené siempre algo para anotar cerca.
• Cada vez que se te cruza algo pendiente o molesto, anotalo, donde sea.

Lo más difícil es hacer el “switch”, pero te prometo que si adquirís este hábito, todo lo demás te va a resultar más fácil y agradable.

Entonces…

¿Ya tenés tu anotador al lado?